El vestido sirve para exteriorizar, del modo más pertinente, lo que se es por dentro. Lo que se vende en los últimos tiempos bajo el nombre de moda no es simplemente “estilo” sino “identidad”. Nuestra sociedad ha proyectado las más diversas ilusiones humanas en los productos de consumo. De este modo hemos llegado a vender apariencias como identidad.
La forma de vestir no ha de ser sólo inteligible, debe tener también un toque de distinción, que constituye el sello personal. El vestir no sólo expresa nuestra condición social o circunstancial, sino también personal.
Este año se inaugura la nueva temporada con una colección pensada para una mujer práctica que quiera ser en momentos especiales de su vida coherente con ella misma, autentica. El color es muy importante porque las líneas son sencillas, muy simples y precisas; los tejidos naturales coherentes con las formas simples, y los colores sin adulterar.
La parte más especial de la colección está dedicada al color blanco, hacia el crudo y el dorado; son vestidos y trajes de dos piezas para días únicos en la vida, los diseños aunque siempre personalizados siguen nuestra idea de sencillez, naturalidad, elegancia y modernidad.