La obesidad y el cerebro

Según estudios estadounidenses, la ausencia de una sustancia en el cerebro que regula el apetito es un factor determinante de sobrepeso. Los científicos del Instituto Nacional de la Salud Infantil y el Desarrollo Humano, sugieren que este avance podría ayudar a combatir el aumento de peso.

La sustancia es el «factor neurotrópico derivado del cerebro» (BDNF, por sus siglas en inglés) y ya se había sugerido, en investigaciones con animales, que podría ser importante en el control del apetito.

Y ¿qué es el apetito? Es el deseo de ingerir alimentos y está regulado por diferentes estructuras situadas en el cerebro. Estas partes forman lo que se denomina “centro del apetito”, y sus componentes son el “centro del hambre” y el “centro de la saciedad”.

La sensación de hambre viene dada por la necesidad del ser humano de cubrir sus requerimientos energéticos. Cuando el “centro del hambre” se estimula, aparece la sensación de apetito, pero si por el contrario el estímulo llega al “centro de la saciedad”, el deseo de comer se detiene. También el clima puede influir, ya que en ambientes fríos aumenta el deseo de comer. Esto se debe a que mediante esa ingestión aumentada de comida, tomamos calorías que nos permitirán mantener la temperatura corporal.

Toda la regulación del apetito se produce en el cerebro, y los diferentes estímulos sensoriales generan un impulso nervioso, que actúa sobre el centro del hambre apareciendo o eliminando el deseo de comer.

Sin embargo, puede haber contratiempos. Ciertas lesiones cerebrales en los núcleos del hipotálamo, afecten al centro de la saciedad, se descontrola todo el mecanismo y la persona afectada presenta un apetito insaciable de carácter patológico. O, como ya hemos dicho, la ausencia de una sustancia que regule el apetito como el BDNF, puede desencadenar un hambre desproporcionado que conduzca a la obesidad.

Sin embargo, los recientes avances acerca de esta sustancia son un paso adelante en la erradicación del sobrepeso con tratamientos de la obesidad. «Este descubrimiento nos conducirá al desarrollo de nuevos fármacos para controlar el apetito en personas que no han tenido éxito con otros tratamientos», dijo el director del Instituto Nacional de la Salud Infantil y el Desarrollo Humano.